jueves, 11 de abril de 2013

Correr, beber, el rollo de siempre: Hashing.


Hay quien concibe el deporte como una forma de hacer ejercicio mientras uno se lo pasa en grande. En cambio, otros son capaces de asociar el deporte con otra cosa que no sea el sufrimiento. Tanto para unos como para otros llega el Hashing, una modalidad deportiva que combina el running y las cañas con los amigos. A la vez.



Cuenta la leyenda que corría el año 1938 cuando un británico de apellido Gispert, residente en la exótica Malaysia, convenció a varios amigos de un bar especializado en carne frita ('hash', en la lengua de Shakespeare) para que corrieran. Pero con la jarra en la mano.

Los corredores "hidratándose" para continuar la competición.

El Hashing es una actividad deportiva conceptualmente no competitiva, ya que en todo momento enfatiza la vertiente de diversión y ocio. Aún así, las carreras regladas poseen una normativa estricta en cuanto a la ruta de bares, la tasa de alcohol mínima y también un premio para el ganador. 

El Hashing marca tendencia

En función de la competición, las carreras tienen un recorrido de entre 20 y 30 kilómetros por un circuito previamente establecido por la organización. Dos miembros de la organización se adelantan a los participantes y actúan como liebres, dejando pistas del recorrido para que sus perseguidores lo recorran sin problema. Los participantes deben ir parando en una serie de puntos de control establecidos, ya sean bares o puntos preparados por la organización, y tienen la obligación de ingerir bebidas alcohólicas. 

El desayuno de los campeones.
El primero en llegar a meta tras haber completado correctamente todos los puntos de control (y con una tasa de alcohol superior a la mínima impuesta) es el ganador. El premio suele ser el mismo: un barril de cerveza fría.

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