Volvemos la vista atrás para rememorar uno de los sucesos más destacados del deporte del siglo pasado. No en vano, la prestigiosa revista Sports Ilustrated lo situó como la gesta deportiva más importante del siglo veinte. Pero lo que verdaderamente ha traspasado la barrera del tiempo fue el famoso y enérgico "Do you believe in miracles? Yes" del locutor Al Michaels.
En plena Guerra Fría entre el Capitalismo y el Comunismo, personificados en las dos grandes potencias de la época, EEUU y la URSS, tuvieron lugar los Juegos Olímpicos de Invierno. El evento se celebraba en Lake Placid, cerca de New York.
La selección soviética de hockey partía como gran favorita al título, y en pocas cabezas cabía la idea de que se le pudiera escapar. Venía de cosechar los cuatro últimos oros olímpicos de esta disciplina.
Los estadounidenses, anfitriones del torneo, se encontraban en la posición opuesta. Con un equipo plagado de universitarios y con unos resultados nefastos en la preparación, incluída una abultada derrota contra la propia Unión Soviética, las esperanzas de victoria eran muy escasas.
Ambas selecciones partieron de lados del cuadro distintos, al igual que tuvieron distintas actuaciones en las primeras fases. Si bien los estadounidenses mantuvieron una progresión de menos a más, cediendo algún empate al principio pero consiguiendo victorias después, los soviéticos literalmente arrasaron goleada tras goleada.
En semifinales, el 22 de Febrero de 1980, el azar quiso que tuviera lugar el encuentro que todo el mundo esperaba. Estados Unidos contra Unión Soviética en la pugna por entrar a la final. Un partido que trascendía lo deportivo dada la circunstancia y que acaparó todos los focos.
Tuvo lugar uno de los sucesos más increíbles e inesperados de la historia del deporte: la débil selección estadounidense estaba consiguiendo plantar cara a la todopoderosa Unión Soviética. Un partido disputado en el que los norteamericanos consiguieron ponerse un gol por delante a 10 minutos del final del partido, para júbilo de los aficionados locales. Como era previsible, los últimos 10 minutos se convirtieron en un verdadero asedio por parte de los soviéticos, con los estadounidenses defendiéndose con todo el pundonor que les quedaba, sabedores de que estaban disfrutando de un momento único en la vida.
Y lo consiguieron. Mantuvieron el 4-3 en el marcador.Y Al Michaels, a pocos segundos del final, dejó para la memoria aquella frase: "Do you believe in miracles? Yes" (¿Crees en los milagros? Yo sí)
El partido supuso, más allá de una gesta deportiva, un punto de inflexión para la sociedad estadounidense. Lo que poco antes era desidia y deshaucio se convirtió en esperanza de que se podía resurgir de la decadencia en la que se había visto sumido el país.
Los estadounidenses no sólo llegaron a la final sino que además consiguieron ganarla frente a Finlandia. Un oro que era más que una medalla.
Épico último minuto del partido:
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